Normas de convivencia y principios ágiles

La aplicación de metodologías ágiles es en realidad un reto cultural para cualquier organización. Se trata de repensar la forma en la que interactuamos en el entorno del trabajo para conseguir mayor rendimiento y mayor satisfacción personal en nuestra actividad profesional. Pero los entornos de trabajo son un espacio difícil (a veces tenso) para las relaciones sociales.Viajando por el mundo se encuentra uno con elementos culturales que hacen pensar. Los trabajadores de una universidad de la Sierra Andina, en el Cono Sur Americano, sintieron en algún momento la necesidad de exponer en espacios comunes una lista de pautas para la convivencia, para un “buen vivir” en la comunidad laboral.

Aceptaremos que los 15 primeros elementos de la lista son fáciles de compartir por cualquiera, dado que son normas básicas de ‘urbanidad’, de cortesía y respeto por los demás en los detalles cotidianos. No obstante, los 10 restantes entran a comentar comportamientos definidos para un marco que queda obsoleto desde el punto de vista de los principios ágiles y que son más que discutibles.

Discutámoslos, desde la óptica de equipos ágiles comprometidos y auto-organizados:

 16. ¿No le cae bien alguien? No se limite a respetarle. Intente ponerse en su lugar, comprenda cuáles son sus motivaciones y sus inquietudes. Empatice, dialogue, pregunte e intente encontrar elementos de sintonía que hagan posible una mayor armonía y colaboración en el trabajo.

17. ¿No le pertenece? Por supuesto pida permiso, y de paso explique qué interés tiene en ese recurso, cómo le va a ayudar, cómo puede mejorar el uso que otros hacen también de él. Coordine la forma en la que va a sacar partido de ese recurso.

18. ¿Pidió prestado? Llévelo de vuelta en perfecto estado, comente cómo le ha servido, comparta el conocimiento que ha adquirido y aporte sugerencias que le sean útiles a quien le prestó.

19. ¿No vino a ayudar? Cambie su actitud. Piense cómo puede ayudar. Observe, pregunte y proponga integrarse en la actividad. Aprovéchela como una oportunidad de aprendizaje, de comprensión de cómo trabajan los demás.

20. ¿No sabe si es cierto? Intente averiguar, infórmese, escuche y, luego, intente aplicar de forma constructiva lo que haya descubierto.

21. ¿Le hicieron un favor? Muestre agradecimiento sin sentimiento de deuda, sino con una actitud de disposición a arrimar el hombro. Recuerde que somos sólo un equipo. No hay favores que se compran, hay objetivos y tareas que se comparten.

22. ¿No sabe cómo funciona? Antes de tocar, observe, busque, lea. Y luego, asegurándose de que no pone en riesgo un equipo o sistema crítico, pruebe, equivóquese, ensaye, intente. Asuma el riesgo de aprender haciendo y haga entender a los demás que esos riesgos forman parte del trabajo.

23. ¿No sabe hacerlo mejor? Estudie cómo hacerlo. Piense, lea, hable del tema. Siéntese al lado del que sí sabe hacerlo mejor con una actitud de aprendizaje. Por supuesto, la crítica gratuita del que se siente al otro lado de la barrera no sirve para construir equipo.

24. ¿Le contaron un chisme? Déjese de chismes, rumores, dimes y diretes. Hable abiertamente de las cosas, utilice la reunión de retrospectiva para afrontar temas sensibles con tacto, pero sin miedo al conflicto. Los desencuentros están para ser resueltos, no para generar bandos ni segregaciones.

25. ¿No pidieron su opinión? Ofrézcala. Sea generoso desde el respeto, pero no se quede nunca con una información, una impresión o una idea sin aportarla al grupo. Tampoco se moleste, si el equipo considera que no es la mejor solución o que el asunto no tiene la prioridad que usted creía. Recuerde que no se trata de llevar la razón, sino de conseguir el consenso en el equipo.

Si pasamos de una cultura de la jerarquía, el control, la sospecha y la desconfianza a una cultura del equipo de alto rendimiento, la segunda columna del “Buen vivir” hay que redefinirla.